Me levanto en la mañana,
en silencio me visto,
cojo un pan
me sirvo una taza de té
y soy el malo.
El taco avanza lento,
llego 15 minutos tarde,
la clase ya empezó.
Saludo y me siento
y soy el malo.
Levanto la mano,
hago los ejercicios,
conecto el proyector
y los parlantes
y soy el malo.
Entre una clase y otra
me detengo y converso
con mis compañeros
y los de otros años
y soy el malo.
En la hora de almuerzo
como con las profes,
subo archivos al aula virtual,
robo un dulce del tazón
y soy el malo.
Termina la jornada
y corro a tomar el bus;
me esperan,
tengo que hacer clase.
Y soy el malo.
Me pagan 6000 pesos,
paso al supermercado;
compro cereal,
yogurt y papás fritas
y soy el malo.
De noche llego a mi casa
y tengo que ordenar cosas.
Hago mis tareas,
respondo correos
y soy el malo.
Antes de acostarme
llamo a mi novio;
le pregunto
como le fue hoy
y soy el malo.
Me meto a Facebook
y leo los diarios
me quedo dormido
con los lentes puestos
y soy el malo.
Junto mi ropa y la lavo toda junta
y soy el malo.
Cruzo la calle a pagar las cuentas
y soy el malo.
Le pregunto como está y que hizo
y soy el malo.
La acompaño a la clínica con mi abuela
y soy el malo.
No le pido dinero ni que me haga favores
y soy el malo.
Le compro sus cigarros y el pan
y soy el malo.
Hago mis cosas tan bien como puedo
y soy el malo.
No sé arreglar un grifo o poner una barra de cortina
y soy el malo.
No le digo garabatos y solo a veces subo la voz
y soy el malo.
Le agradezco la comida, los favores y todo lo demás
y soy el malo.
Soy el malo, soy el malo, soy el malo
y soy el malo.
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